AMILA PARTE 1, EL DESPERTAR(CAPITULO 7 Y MICRORELATO)


 Último capítulo de la parte de la presentación de mi novela y un pequeño microrelato que avanza un poco la historia, mañana algo del doce(sin desvelar en exceso la trama que desde ahora se inicia). Además, pondré los enlaces de compra para los interesados en adquirirla.

Sin más preámbulos, aquí os dejo lo penúltimo que comparto de ella.

AMILA PARTE I, EL DESPERTAR

DESPERTAR PUEDE SER MORIR

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CAPÍTULO 7

La pequeña nave salió al espacio normal cerca de un pequeño cuerpo rocoso. En la esquina superior derecha se mostró a su vez la ruta más corta hacia uno de los planetas de ese sistema solar, que seguramente era habitable.


¡Espero que allí haya agua y comida! Dudo mucho que pueda volver a fijar otro destino con uno de los motores tocados de gravedad —dijo, al ver los avisos de averías sobre su panel de mando—.


Para evitar forzarlos más de la cuenta, redujo bastante la velocidad hasta los ciento cincuenta mil km/segundo, y,aun así, sabía que era un riesgo calculado al poder tener un fallo crítico en el que podría averiarse en cualquier momento. El trayecto le supondría unas once horas en total hasta llegar a su destino, por lo que intentó relajarse concentrándose en los mandos, a la vez que el piloto automático permanecía activado por si debía intervenir al detectar algún objeto peligroso en su ruta. Este alteró ligeramente su curso en varias ocasiones, al pasar demasiado cerca de gigantes gaseosos. Su rectificación más grande fue al tener que alejarse algo más de lo que hubiera sido lo habitual, de un enorme y hermoso planeta gaseoso con varias bandas que circundaban su atmósfera, debido a la pérdida de potencia de uno de los motores.


Con gusto me detendría a observar la rotación de este y el anterior planeta por algunos minutos, pero me preocupa demasiado cómo sigue empeorando el estado del motor alcanzado por el láser en Nueva Tierra —pensó en voz alta al fijarse en su panel—.


La temperatura del propulsor dañado subía lenta pero constantemente, debido al esfuerzo que le exigía, y amenazaba con sufrir un fallo terminal en el peor momento posible. Necesitaría de los dos para maniobrar en la atmósfera de su planeta de destino, a fin de poder descender con cierta seguridad, por lo que, pese a prolongar algo más su viaje, reducía en algunos miles de kilómetros la velocidad cuando veía que se aceleraba en exceso el desgaste del motor. Eso incrementó en poco más de una hora el tiempo de llegada al ansiado planeta, tras sortear, elevando su vehículo, un extenso campo de asteroides, así como otro mundo visiblemente inhabitable, en el que pudo apreciar algunas construcciones que parecían estar abandonadas desde hacía bastantes años, por el estado de algunos edificios que divisó a través de las cúpulas protectoras. Algunas de esas cúpulas estaban visiblemente dañadas, seguramente debido al fuego enemigo recibido durante el ataque de los alienígenas.


Por fin podré dejar descansar un poco los motores. ¡Espero que después arranque el propulsor dañado sin problemas! —expresó en voz alta, al poder fijar una órbita estable en torno al planeta que le indicó la computadora—.


Su superficie estaba llena de múltiples impactos ocasionados por bombas de un gran poder de destrucción, que arrasaron bastantes kilómetros a su alrededor; y las ciudades, al pasar a la zona nocturna del planeta, no tenían ningún tipo de iluminación artificial que indicara presencia de vida inteligente. Había continentes cubiertos totalmente por el desierto, mientras que, en otros, el verde imperaba en mayor abundancia por fortuna para ella... ya que empezaba a tener sed y su estómago sentía la necesidad de algún alimento.


Aunque por temor a provocar un fallo catastrófico en los propulsores —sobre todo en el dañado—, se permitió el lujo de echarse un pequeño sueño reparador antes de descender al planeta que tenía debajo. Puso la nave en piloto automático antes de tumbarse en una litera que desplegó en la parte trasera. Se quedó dormida casi al instante. Estaba agotada tras todas las experiencias sufridas desde que se vio obligada a huir de Nueva Tierra.


Se despertó con energías renovadas tras algunas horas. Tomó asiento en la litera no excesivamente cómoda de metal, y miró la pantalla de la nave para cerciorarse que seguían en órbita en torno al planeta. Se incorporó para acomodarse en su silla de piloto y comprobar el estado de la nave.


He dormido unas siete horas, al menos tanto yo como el propulsor dañado hemos tenido tiempo de reponer fuerzas. Ahora sí que debería bajar al planeta para encontrar agua y comida; ya empiezo a estar realmente sedienta, además de hambrienta —dijo para sí misma al mirar la hora en el panel—.


Cruzando los dedos de la mano izquierda pulsó el botón de encendido de los propulsores y afortunadamente los dos respondieron sin problemas. De modo que desactivó el piloto automático para pasar a navegación manual y descendió lentamente en la parte iluminada del planeta, en un continente cubierto por completo de verde. Puede que no pudiera despegar de nuevo y no quería arriesgarse a quedar atrapada en uno con zonas desérticas. La atmósfera apenas le dificultó la bajada, aunque sí miraba de reojo cómo el motor dañado empezaba a subir de temperatura de forma rápida y peligrosa, debido al sobre esfuerzo que le pedía para compensar la fuerza de gravedad del planeta.


Me temo que terminaré perdiendo ese propulsor finalmente, espero que al menos resista hasta que tome tierra.


Aunque fue incapaz de expresar ya en voz alta lo siguiente, se quedaría varada en un planeta desconocido y seguramente sin la posibilidad de reparar ese propulsor debido a la falta de piezas para ello, con la leve esperanza de que pudiera hallar agua y comida para subsistir.


Unas turbulencias la obligaron a centrarse de nuevo por completo en la navegación, además de exigir aún más esfuerzo al sobrecargado propulsor dañado. Finalmente vislumbró la verde superficie del planeta entre las nubes, y ya sin más problemas, buscó un claro que le permitiera aterrizar satisfactoriamente. Aún tenía la esperanza de poder arreglar ese motor, pese a ser consciente de lo complicado que le resultaría.


Creo que ese claro en el bosque me podría servir —sonrió satisfecha al verlo—.


Se situó sobre el mismo y fue cuando el propulsor dañado se terminó apagando. Por fortuna ya tan solo necesitaba los propulsores inferiores, por lo que ella misma apagó el que aún era plenamente funcional. Al tocar tierra, se permitió respirar tranquila y desconectó todo lo innecesario de la nave para ahorrar tanto energía como combustible.


Ahora, a explorar este planeta en busca de lo más esencial por ahora: comida y agua —dijo, al proveerse del arma láser que tenía a mano bajo los controles, y se colocó el cinturón—.


Los análisis decían que el aire era respirable y no había peligro, aunque tan solo con ver por sí misma el exterior, le bastaba para deducirlo. Abrió la compuerta de su nave, dispuesta a explorar el que posiblemente seria su nuevo hogar ya definitivo si no lograba reparar el propulsor dañado. El bosque no se encontraba muy lejos de donde había aterrizado, y no tardó en localizar frutas que enseguida le fueron familiares, como manzanas. Cogió una y la probó con cuidado.


De momento comida ya sé que hay, ahora tan solo me faltaría hallar el agua, pensó mientras devoraba con ansia la fruta y cogía algunas más del árbol.


Un rayo láser impactó muy cerca de ella al cambiar de posición, por lo que, al instante, se cubrió tras lo primero que pudo y sacó su arma.


No sé quién puedas ser, pero tan solo necesito un poco de tiempo para reparar mi nave. Además de comida y agua —dijo ella con intención de localizar a su atacante si le respondía—.


Aunque consiguió el efecto contrario, otro le alcanzó, cayendo desplomada al suelo, mientras notaba cómo perdía las fuerzas poco a poco… 

—No se preocupe, tan solo es un rayo aturdidor, no lo matará en abso... ¡eres tan solo una chica joven!, ¿cómo es posible que llegaras hasta aquí? —dijo un consternado muchacho de su edad que apareció ante ella y que la sorprendió por igual al creer que eso era imposible en otros planetas—.


Intentó responder a su agresor, pero perdió la consciencia sin poder evitarlo frente a él.

MICRORELATO PROMOCIONAL DEL DÍA DEL LECTOR

UN OBSERVADOR

La chica despertó por el calor del fuego en la fría caverna, el soldado que la había capturado estaba junto al fuego comiendo y bebiendo sin hacerle caso en apariencia. Por seguridad ató las manos a la espalda a su cautiva, que no tardó en sentirse molesta por el trato que le daba. Aunque al final aceptó eso como inevitable y se vio obligada incluso a sentarse junto a él debido a las bajas temperaturas, a la vez que la alimentaba y ofrecía agua. 

"Pobre muchacha, se la ve incómoda con el trato que está recibiendo del chico, pensó un observador al que ambos no podían ver."

Paulatinamente, la prisionera casi empezó a aceptar al que la retenía, al notarse más relajada en su compañía de una forma inconsciente. Al fin llegó la hora de dormir y al no querer pasar frío por la noche, tuvo que aceptar dormir en la misma cama que monto el soldado. 

"Ahora algo debería de suceder, se masca la tensión en el aire, elucubro con un pálpito en su corazón."


Una voz conocida le distrajo y el lector con cara de pocos amigos miró a quién le habló.

  • ¡Estaba en la mejor parte del capítulo! ¿Quieres algo? –pregunta a su interlocutor.

  • Necesito que me acompañes a la tienda –pidió su pareja– Siento interrumpir tu tiempo de lectura –se disculpó al ver su expresión.

  • De acuerdo, lo haré. Ya total has roto la inmersión que había conseguido tener con ese prometedor pasaje de la novela.

Dejó el libro de Amila en la estantería, tras poner el marcapáginas en donde se quedó y fueron a buscar las llaves del coche.


FIN

TEXTO PROTEGIDO COMO PROPIEDAD INTELECTUAL, PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

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