AMILA PARTE 1, EL DESPERTAR(CAPITULO 6)

 

Sexto capítulo del texto a compartir de mi obra. En esta ocasión sí que la protagonista se enfrentara a su primera adversidad, hecho que la hará descubrir una parte de ella que desconocía e incluso la asustara. Será el inicio para ella de empezar a comprender que no era tan solo una "rara" más en Nueva Tierra, y comenzará su aventura para descubrir quién es en realidad y lo que el destino le depara.

Este parte de la novela, en principio pensaba ponerla ayer, aunque al tener relación con el año nuevo. Lo dejé para hoy.

AMILA PARTE I, EL DESPERTAR

DESPERTAR PUEDE SER MORIR

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CAPÍTULO 6

No les sorprendió el gran movimiento de personal esedía en concreto, todo debía estar en perfectas condiciones para la retransmisión de esa noche, por lo que los satélites en órbita en torno al planeta tendrían que estar en perfecto funcionamiento.


He de dejarte ya, tengo que ocupar mi puesto en la sala de control —dijo Cosmo al apearse ambos del vehículo y cerrarlo—.


Por su parte, ella se dirigió a la pista de aterrizaje en donde estaban asignando las diferentes secciones que deberían cubrir cada uno de los encargados de mantenimiento. Cuando por fin le entregaron su orden de trabajo,al pasar Bemus a su lado, lo examinó sorprendida.


Debe ser un error, señor. Estas son casi dos secciones de satélites para mí sola —dijo ella—.

Deberás cubrir la sección de alguien que se ha puesto enfermo y eres la más rápida haciendo el trabajo de la plantilla. Lamento cargarte con ese extra, precisamente hoy. Podrás ver el programa especial con el resto de la plantilla que debe quedarse de guardia en la base —explico él—.

Tampoco es que me importe mucho en donde verlo, señor. Cumpliré con lo que me ha asignado.


Bemus se alejó y ella se puso a los mandos de su pequeño vehículo espacial, que se elevó junto a los demás de la pista de aterrizaje hacia el espacio.


Revisar cada satélite era un procedimiento rutinario en la mayoría de las ocasiones, al tener que conectarse al puerto de datos para verificar el correcto funcionamiento de sus diferentes partes. La frontal consistía en un par de potentes cañones láser de defensa, y la trasera, un complejo

sistema de comunicación de refuerzo para ocasiones puntuales; además de contener la unidad procesadora de ambas funciones del aparato en una caja metálica cuadrada con una antena orientable en el lado que apuntaba hacia el planeta. A sus costados estaban los pequeños cohetes que

funcionaban automáticamente por si era necesario ajustar la órbita en algún momento. Tenía un depósito de combustible que en todo momento debía estar lleno. También contaban con un escudo cada uno, lo bastante resistentes comopara recibir impactos directos, incluso de bombas de hidró-

geno, sin verse seriamente reducida su potencia.


La muchacha, al final, en el tercero que revisó, se vio obligada a ponerse el traje espacial para hacer unas mínimas reparaciones para su pesar. Era la parte que más odiaba, al no agradarle en exceso el abandonar la seguridad de la cabina para trabajar en el inseguro espacio.


Cada sección son treinta satélites, será mejor que me dé algo de prisa o dirán que fui la única que no vio el programa especial de fin de año —dijo para sí misma al quitarse el casco del traje en la nave—.


Se quedó con el resto del equipo puesto, ya que podría necesitar salir nuevamente al exterior.


Logró acabar de revisar una de las secciones antes de la hora de la comida, por lo que suspiró satisfecha por cómo estaba resultando su jornada laboral.


¿Todo bien por ahí arriba, preciosa? —preguntó Cosmo por el sistema de comunicación—.

Perfectamente, me disponía a comer en breve.

Por aquí abajo ya va quedando poco a poco menos personal de control, tan solo el del turno de guardia habrá en breve, y el que se encargará de ti. ¿Adivina quién es?

¿Me libraré algún día de ti? —preguntó ella bromeando—.

Estamos condenados a ser más que amigos con el tiempo, ¡admítelo! —dijo con su habitual tono picaresco—.

¡Te conozco demasiado bien como para saber que eso que has dicho no iba en serio, don Juan!

¡Culpable, lo confieso! Ahora he de dejarte, que ha vuelto el jefe. ¡Ten cuidado allí arriba, que hemos de celebrar el año nuevo en el local de siempre esta madrugada! —dijo antes de cortar la comunicación—.


Amila cogió su comida, mientras veía las estelas de algunas de las naves que regresaban ya a la base tras haber terminado con su sección de mantenimiento. A ella le quedaba otra más, que le llevaría toda la tarde-noche sin problemas, por lo que vería seguramente el programa de fin de

año con sus compañeros de trabajo en la base. Comió lentamente y sin prisas al lado del último satélite ya revisado de la primera sección que le habían encargado. Al terminar, en

aproximadamente una hora, regresó a su trabajo de nuevo.


Poco a poco se fue quedando sola en el exterior del planeta, hasta ser la última nave que quedó trabajando. Fue entonces cuando los cañones de varios satélites se fijaron en apuntarle directamente.


¿Qué diablos sucede? —dijo al introducir hasta en varias ocasiones las claves de seguridad para desconectarlos—.


Viendo que se disponían a abrir fuego contra su nave, primero maniobró con rapidez para evitar ser alcanzada por estos, y después, por otros que le siguieron disparando hasta que Amila logró situarse fuera de su alcance, a duraspenas.


¿Qué sucede allí arriba? —preguntó un preocupado Cosmo a través del sistema de comunicación—.

Acabo de ser atacada por el sistema de defensa, pese a haber intentado desactivarlos varias veces —respondió la mujer—.

¿Cómo has dicho? —dijo Bemus, que se incorporó a la conversación—.

Así es señor, me fue —intentó decir antes de que se quedara sin comunicación con la base—…


Otros disparos a su alrededor le hicieron fijarse en cuatro cazas de los plomok que se aproximaban a su posición.

Uno de los rayos, por lo visto, la dejó incomunicada.


¡No entiendo a que puede deberse este súbito interés en mí! —dijo ella desesperada al verse superada por la situación—.


Sin ya nada que perder, cogió los mandos de la nave de nuevo y con una pericia que fue incapaz de explicar, realizó una maniobra que colocó a su vehículo tras las naves de los plomok, al acelerar para pasar bajo ellos, para luego hacer un giro de ciento ochenta grados, que la ubicó en su retaguardia para abatirlos sin problemas.


¿Cómo diablos he podido yo hacer esto? —se preguntó al momento sorprendida, ya que carecía de instrucción militar—.


Recibió otra descarga láser en uno de los motores y su vehículo empezó a fallar; eran otros ocho cazas más de los plomok que se aproximaban a su posición. Por lo que, sin pensarlo demasiado, avanzó hacia el frente para ir más allá de la órbita de su planeta. Ya no le quedaba más opción que

escapar al espacio. Sus perseguidores la siguieron, aunque tan solo para acabar derribados por el fuego de las propias defensas planetarias que ella esquivaba sin aún explicarsecómo había manejado aquello con suma facilidad.


¡Que sea lo que Dios quiera! —dijo antes de pulsar el botón del hiperespacio, al haber ya seleccionado uno de los antiguos mundos al azar—.


El aspecto del espacio cambió al instante. Los puntos blancos se convirtieron en líneas y se recostó en el asiento sin aún poder entender su reciente descubierta pericia como piloto de combate; y mucho menos saber lo que podría hacer a partir de ahora al serle imposible el retorno a su mundo natal.


En la base del departamento de mantenimiento, se armó un buen revuelo por lo sucedido. Todo el equipo estaba como loco intentando explicar lo que había pasado. La nave de Amila desapareció de las proximidades del planeta en un segundo... lo cual tan solo podía significar que había

cometido la locura de saltar al hiperespacio para escapar de Nueva Tierra.


¿Por qué habrá hecho eso? —preguntó en voz alta Cosmo—.

Eso ya ha dejado de ser de vuestra incumbencia, era un androide infiltrado entre nosotros por nuestros enemigos, que afortunadamente, será encontrado y exterminado. Se enviarán naves a todas las antiguas colonias y a la Tierra hasta dar con él, para eliminar la amenaza que supone lo que ha descubierto —dijo un recién llegado al centro del control, que vestía un traje negro—.

¿Quién es usted? —interpeló Bemus al recién llegado—.

Eso no os incumbe en absoluto. ¡A dormir! —se limitó a decir el hombre de negro—.


Al momento, todos los de la sala cayeron desplomados,inconscientes.


Hay que reconocer que no lo ha hecho mal para ser una simple mestiza, ¿no os parece? —dijo una mujer que entró acompañada de un par de hombres más. Uno de ellos era Elian—.

Los mestizos nunca han sido algo a tomarse en broma, podría ser que en una adecuada combinación de genes pudieran ser incluso más poderosos que nosotros —advirtió a todos—. Hay que localizarla y acabar con ella, antes de que desarrolle ese potencial que ha empezado a demostrar. ¡Y espero no llegar a descubrir quién cometió el desliz que permitió que creciera hasta esa edad! —terminó diciendo—.


Todos se miraron nerviosos, mientras el presidente se retiraba de la sala. —Ahora borrad todo recuerdo de Amila en estas personas. Para el resto lo haremos a través del especial de año nuevo —les ordenó a todos al girarse un momento hacia ellos—. Afortunadamente nuestra fugitiva no pudo despertar prematuramente gran parte de su poder al no recibir la señal reforzada de ese programa; eso nos dará tiempo para localizarla antes de que pueda convertirse en una potencial amenaza —concluyó diciendo al alejarse definitivamente de ellos—.


El trío se apresuró a cumplir la orden que habían recibido, dejando sin constancia, a todos los ocupantes de la sala que yacían inconscientes, de haber conocido en alguna ocasión a la muchacha.

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