Reto Juevero "Los siete pecados capitales"

 

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El primero y segundo de mis microrelatos para este reto juevero, sobre la soberbia, uno de los siete pecados capitales.

LA ELFA MALDECIDA

Miriel era una bella elfa por el día que se relacionaba con todos en la aldea, aunque por la noche se retiraba al interior del bosque donde vivía apartada. Nadie la veía por las calles en horarios nocturnos y se negaba a responder cuantas preguntas se le hacían al respecto.

Un día los visitó una comitiva élfica y los aldeanos pensaron que se alegraría de ver a los suyos, en su lugar desapareció al verlos aproximarse en la distancia. Entre los recién llegados había uno que preguntó por ella y los humanos le informaron en donde encontrarla, por lo que de inmediato fue a verla y la halló en el río dándose un baño.

—Resultó de lo más difícil dar contigo, hermana. ¿No pudiste al menos despedirte de nosotros?
La elfa que se percató de la presencia de Angrod, le respondió con desgana al girarse.
—¿Es que acaso no te bastó la carta que os dejé?, no lo hice por libre elección. Te lo voy a mostrar.
Salió del agua y su hermano le dio la espalda, mientras se cubría con una manta.
La siguió a su casa en donde su pregunta se respondió al ver el espejo de vampus colgado en la pared.
—¿Lo entiendes ahora?, por la noche me convierto en una vampira y no puedo estar cerca de ningún lugar habitado. Me maldijeron por ser soberbia y me avergonzaba deciros la verdad.
El elfo miró el cristal y se rompió, revelando el duplicado de su hermana, que la mantenía maldita, con el fondo de la aldea cercana. Este se difuminó ante un gesto suyo.
Te vienes conmigo, ¡y pobre del que proteste por ello! —dijo a continuación.

Miriel recogió lo poco que considero oportuno llevarse, y acompaño a su hermano para regresar con los suyos.

                                                 FIN

EL REFLEJO MALVADO DE LA ELFA

Nimrodel era una elfa a la que le agradaba contemplarse en el espejo, algo inusual entre esa raza, humildes por naturaleza. Se decía que ese tipo de vanidad podía atraer a su parte oscura, orcos sedientos de sangre, que mantienen atrapados en el mundo tras la lámina acristalada de cualquiera de ellos.

Cierto día que permaneció observando su reflejo por cerca de varias horas seguidas, observó como el cristal empezó a agrietarse frente a ella y pudo ver a su alter ego maligno mirándola fijamente.

—Gracias por liberarme de esta opresiva realidad en la que nos metieron para que podáis ser los perfectos seres de luz en la vuestra –dijo al pasar a una forma vaporosa.

Antes de que la elfa pudiera reaccionar, se introdujo en su cuerpo y tomó posesión del mismo. Dejando de ser la dulce Nimrodel que hasta ahora había sido, al intercambiarse entre ellos.

—Al fin podré saciar mi sed de sangre, con algo más que los simples animales que había en el otro lado –exclamó la versión maligna satisfecha– ¡Y en cuanto a ti!, descubrirás que el alimento para vosotros es escaso. Y más bien lo serás para mis compañeros en cuanto averigüen quien reside en mi antiguo cuerpo ahora, ¡agradecerán comer algo gustoso por una vez! – terminó expresando con una pérfida sonrisa en su rostro.

Lanzó el espejo al fuego, que ardió, acabando con toda posibilidad de retorno de la elfa que quedó cautiva en aquella oscura realidad alternativa.

FIN

                 Imagen de Willgard Krause en Pixabay   

Tercer texto, en esta ocasión sobre la usura. El peculiar castigo que se le inflige a un prestamista usurero:

UNA PECULIAR VENGANZA

Florián era el nuevo profesor, llegaba asustado porque le habían comentado en la ciudad sobre esa mansión. Fue recibido por el mayordomo que lo llevó al gran salón, el señor Maurin llegó al poco rato.

—Hola señor Florián, espero que su viaje haya sido satisfactorio.

—No me puedo quejar.

—Sígame, por favor. Le presentaré a los niños.

Se incorporó y siguió hasta una habitación, preparada como un aula.

—Hijos, este será el señor Florián, quien os enseñará a partir de ahora –se giró hacia su empleado después– Ellos son Inga y Lothar, desde ahora su educación queda a su cargo –los dejó a solas y se retiró.

Observó a los pequeños que tendrían unos trece años que lo observaban fijamente desde sus pupitres, algo inquieto tomó asiento en su puesto y comenzó la clase.

La rutina diaria era siempre la misma, a la esposa la veía al anochecer y nunca durante el día, aunque le extrañó. Le explicaron que se debía a una rara enfermedad que no le permite exponerse al sol, y le restó importancia. Hasta que una noche, se le presentó en su cuarto.

—No debería de estar aquí, señora Honora. ¿Qué va a pensar su esposo si la encuentra conmigo?

Se siguió acercando sin responder y al estar próxima a su cama, mostrando sus afilados colmillos. Con presteza agarró la cruz de su collar, que la alejó profiriendo un grito que lo dejó estremecido. Fue incapaz de pegar ojo hasta que amaneció y se apresuró a preparar las maletas.

No sorprendió al señor Maurin verlo preparado para dejarlos.

—Pido disculpas por lo de anoche, me descuidé al ajustar las cadenas de la cama. Le aseguro que no volverá a suceder –se excusó– Es mi maldición desde que abusé con el interés de un préstamo con la persona equivocada –comentó para terminar.

—No creo que pudiera pasar otro día más en su hogar, lo lamento. Aunque cumpliré con la cláusula del contrato de no divulgar lo que viera entre estas paredes.

Salió de allí, sin ganas de volver.

FIN

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