AMILA PARTE 1, EL DESPERTAR(CAPITULO 5)

 

Quinto capítulo y ya se ha atravesado mediana del texto a compartir de mi obra. La protagonista cada es más consciente de sus diferencias con el resto de habitantes de Nueva Tierra. Aun ignorante el gran potencial que oculta y que el destino ya ha puesto los engranajes en su futuro para que los descubra irremediablemente.

AMILA PARTE I, EL DESPERTAR

DESPERTAR PUEDE SER MORIR

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CAPITULO 5

Al día siguiente, la muchacha se despertó como de costumbre por la alarma sobre las seis de la mañana. Hoy sería un día intenso de trabajo tanto para ella como para los otros responsables de asegurarse de que los satélites estaban en perfecto funcionamiento para la transmisión de esa noche.


Aún medio dormida, retiró las sábanas de la cama para ir al servicio a hacer sus necesidades y adecentarse un poco. Allí le llegó la notificación de que su amigo ya estaba despierto y le indicaba que en un cuarto de hora más o menos pasaría a recogerla a su pequeña terminal móvil.


Será mejor que me dé prisa en prepararme del todo. No le gusta que le haga esperar y retrasar su café de las mañanas —dijo al quitarse la ropa para emplear la ducha de arena—.


El agua era un bien demasiado preciado como para emplearlo más allá de su uso básico, por lo que se ideó ese sistema que mediante corrientes de aire mezclaba la arena con un gel especial que la sustituía, pese a que supuso algo de molestias hasta que perfeccionaron el sistema para que no

dañase la piel. El único inconveniente que seguía teniendo era la incómoda máscara transparente que cubría ojos y nariz, además de unos tapones en las orejas para evitar que la arena penetrase en esas partes del cuerpo. El proceso era rápido y en pocos segundos podían salir ya limpios de esas

cabinas.


¡Cómo añoro ducharme con agua como se podía hacer antes en los planetas de los que fuimos expulsados! —expresó en voz alta al dejar la máscara y los tapones en la bolsa de tela, que se colgaba en un gancho externo de la cabina—.


Aunque al volver a su cuarto, en donde cogió la ropa interior para vestirse, incluso eso le pareció algo extraño en el fondo... como si tal cosa nunca la hubiera hecho...


Una llamada en el interfono la devolvió a la realidad y fue a contestar.


Enseguida bajo Cosmo, aún me estoy vistiendo —dijo al ver la imagen de su amigo en la pantalla—.

¿No te apetece que suba y te ayude? —replicó él bromeando—.

¡Ni se te ocurra!, ya puedo yo sola —respondió también en broma—.


El hombre se rió ante tal respuesta por su parte.


Enseguida bajo, no tardo ni cinco minutos. Eres tú el que te has adelantado como casi siempre.

Llevas razón en eso, aunque date prisa que necesito ya ese café. Hasta ahora —dijo al desconectar desde abajo— .


Amila se vistió con el uniforme de una pieza en su caso, por lo que estuvo lista en un momento al terminar de ponerse el calzado. En su armario apenas tenía más ropa de uso cotidiano, al no ser amiga de salir demasiado, a diferencia de las chicas de su edad en la ciudad.


Ya en la calle, se subió al vehículo de su amigo impaciente.


Justo en el tiempo que me pediste. ¡No te podrás quejar! —dijo ella al sentarse—.

¡En efecto! Ahora vamos a por nuestras dosis de cafeína para terminar de despertarnos.


Puso el vehículo en marcha y se detuvieron en una pequeña cafetería cerca de los límites de la ciudad. Era uno de los sitios favoritos de Cosmo.


Vamos a tomarnos con calma el desayuno, hoy ambos tendremos bastante trabajo al ser fin de año —dijo el hombre al bajarse del vehículo—.


La muchacha lo imitó, y ambos entraron en el local para sentarse en una mesa.


¿Lo de siempre? —preguntó el dueño al verlos entrar—.


Ambos asintieron al mismo tiempo a su pregunta.


Antiguamente estas fechas se celebraban con fiestas y decoraciones. Ahora, debido a lo limitado de nuestros recursos... eso se ha convertido en un lujo para la mayoría de nosotros —dijo su compañero de trabajo al mirar la escasa decoración casera del local—.

Esos tiempos volverán cuando seamos los suficientes para reclamar de nuevo los dominios que antes tuvimos. Por ahora debemos permanecer ocultos ante un posible retorno de nuestros enemigos —dijo el camarero al traer sus bebidas—.

Ninguno de nosotros lo verá entonces, aumentamos al número que nos permite lo que tienen a bien proveernos tanto los calosianos como los carnianos —añadió Cosmo— .


Amila se limitó a observar a ambos hombres que encontraban aceptable la situación en que vivían sin cuestionarse nada, a diferencia de ella. Aunque la gran libertad sexual de la que disfrutaba la población, así como de la buena vida, sin duda ayudaban a que no se plantearan las preguntas

que con cada vez más frecuencia la invadían desde que cumpliera la mayoría de edad a los dieciocho; como si algo en su interior la estuviera obligando a que se percatase de lo que había de anormal en su entorno.


Se tomó su café sin intervenir en la conversación de los hombres, perdida en sus propios pensamientos... Hasta que escuchó la voz de su compañero llamándola.


¡Debemos ponernos en marcha, Amila! Ya sabes que a Bemus no le agradará que lleguemos tarde precisamente hoy.

Llevas razón, hoy es un gran día para el planeta. El comienzo de un nuevo año —dijo al ponerse en pie junto a él—.


Pagaron sus consumiciones y montaron de nuevo en el vehículo volador para llegar a tiempo a incorporarse a sus respectivos trabajos.

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