AMILA PARTE 1, EL DESPERTAR(CAPITULO 1)


 Buenas, aunque es posible leer la parte de la presentación en mi perfil de Booknet.com, parece ser que un sencillo registro con un email impide que tenga la repercusión necesaria mi obra. Así que iré poniendo los diferentes capítulos cada día aquí, hasta completar lo que allí he publicado.

Sin más preámbulos, aquí tenéis el primer capítulo:

AMILA PARTE I, EL DESPERTAR

DESPERTAR PUEDE SER MORIR

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CAPÍTULO 1

Nueva tierra era un planeta que giraba alrededor de la estrella que proporcionaba la vida a los diez mil supervivientes humanos de la última contienda que había diezmado a la raza humana y reducido su número de forma drástica. Una peligrosa raza alienígena devastó, en una serie de ataques relámpago, los múltiples mundos coloniales que antes ocupaba el hombre, además de la Tierra... Una última resistencia formada por un valiente y reducido

grupo de militares logró reunir las naves suficientes para contraatacar y repeler a un enemigo del que ninguno supo su nombre o planeta de origen... Esos dos mil soldados eran actualmente la fuerza de élite espacial que protegía el planeta de un posible nuevo ataque de esos enemigos, si volvieran, auxiliados por una raza de guerreros creados genéticamente, llamados plomok, que patrullaban junto a ellos en unos cazas exclusivos.


Habían pasado ya diez años de ese conflicto y se encontraban en el año diez de la nueva era. La población del planeta crecía aproximadamente en quinientas personas cada

año y aun les llevaría siglos el lograr que la especie humana fuese tan numerosa como antaño para repoblar sus antiguas colonias, así como volver a expandirse por la galaxia como era el sueño de todos ellos.


Una nave de mantenimiento de los múltiples satélites de defensa desplegados en torno al planeta, hacía su rutinario trabajo de revisarlos para asegurarse de su correcto funcionamiento. Ese trabajo lo desempeñaba personal civil altamente cualificado. En concreto, en ese vehículo viajaba una joven no mayor de los veinte, que llevaba poco tiempo en el mismo.


Amila, recuerda ir con cuidado al acercarte a ellos; podrías disparar sus alarmas por error y resultar dañada tu nave... Aún aspiro a que aceptes salir conmigo, te enamores

de mí y tengamos algún hijo —le dijo el supervisor desde la superficie—.

¿Y sin antes casarnos? —replicó ella en broma—. —Ese paso ya se daría por supuesto antes del tercero, preciosa —respondió el hombre desde la base mientras reía—.

Soy demasiado joven para ti, Cosmo. ¿No te parece? —respondió mientras aproximaba la nave a uno de los satélites—.

Demasiado mayor, además de que las operaciones que está haciendo son demasiado delicadas como para que estén bromeando —dijo una tercera voz que los hizo callar al instante a ambos—.


Se trataba de Bemus, el director del departamento de mantenimiento del sistema de defensa.


Lo sentimos —dijeron los dos casi a la par—. —Ahora centraros, y que no tenga que volver a llamarles la atención de nuevo —dijo al retirarse a su despacho— .

Los dos adoptaron una postura seria en el acto, incluso Amila, pese a no poder verla desde la nave en el espacio.


Me aproximo con cuidado al ASAT-50 para hacerle la rutinaria comprobación de seguridad —indicó ella por el sistema de comunicación—. ―Sobre todo, ve con cuidado de no hacer saltar las alarmas de proximidad por error —indicó el supervisor desde el planeta—. ―Ya he enviado la correspondiente señal para desactivarlas temporalmente y me acerco a una velocidad reducida —respondió ella—


La mujer se conectó al satélite por una extensión que desplegó desde su nave, que se conectaba a un puerto exterior. El test dio un resultado óptimo de funcionamiento y se desconectó.


Paso al siguiente, este no presenta ninguna anomalía —dijo al instante—.

Debes revisar los veinticinco de esa sección, antes de poder volver a tierra —recordó él—.

Descuida, que lo haré en menos tiempo del que dijiste y me deberás pagar tú las bebidas en el bar.

¡Debo dejar de apostar contigo, Amila!


Tras verificar por el mismo procedimiento los satélites de defensa de esa sección, puso rumbo a la única ciudad de todo el planeta. Era una maravilla de la tecnología e ingeniería construida en un tiempo récord para dar cobijo a los humanos supervivientes por androides que rescataron de

entre los restos de los viejos mundos ya abandonados.

Nueva Tierra se hallaba a dos mil seiscientos noventa años de la antigua Tierra, y a la suficiente distancia de las antiguas colonias, como para evitar ser encontrados fácilmente de nuevo por esos invasores si volviesen a buscarlos... Aún se hallaban en el proceso de recuperarse del daño sufrido

por ellos hacía diez años. Su nave pasó junto a los altos edificios hasta llegar a la zona de aterrizaje que empleaban los vehículos de mantenimiento.


Amila bajó de su vehículo para ir directamente al edificio del departamento de mantenimiento a presentar su informe y dar por finalizada su jornada de trabajo. Al subir a la sala de control saludó con la mano a Cosmo, discretamente, para no recibir, ninguno de los dos, otra llamada de atención del director. Tras obtener el permiso para pasar al llamar a la puerta, entró en el despacho de Bemus.


¡No sé ni cómo les sigo tolerando que sigan con ese tipo de conversaciones en plenos trabajos de alta precisión! —exclamó al verla entrar—.

Pido disculpas en nombre de los dos de nuevo, señor. Aquí tiene el informe de esa sección, todos los satélites operando sin problemas —respondió ella al entregarle el informe en un pequeño dispositivo de memoria cilíndrico—.

Está bien, lo dejaré pasar otra vez al ser ambos trabajadores de los más competentes... ¡Pero será la última vez! —dijo al coger el cilindro—. Ahora puede retirarse, supongo que estará deseando saborear esas bebidas que se ha ganado —dijo el director a la vez que la miraba con severidad—.

Gracias, señor —respondió ella saliendo del gran despacho sin atreverse a decir ya nada más—.


Cosmo ya estaba cediendo el puesto a su relevo y ambos salieron lo más rápido que pudieron del edificio, antes de que al director se le ocurriera replantearse su postura y terminara sancionándolos por su comportamiento anterior en el trabajo.


Amila montó en el vehículo volador de su compañero para ir al bar que solían frecuentar tras el trabajo, que se encontraba en la ciudad.

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